Con esa mirada de animal de caza acechando a y esos volúmenes impactantes, la Z250 promete, vista desde afuera, ser digna representante de la reputada saga de la que hace parte.

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Fiel al estilo de la marca, los detalles estéticos de la Z250 han sido debidamente cuidados dando como resultado una moto que en su conjunto no desentona, el chasis tipo diamante de estructura tubular ha sido convenientemente disimulado, los discos de freno lobulados, los estilizados posapies, los rines tomados de la Ninja 300, el ajuste de las tapas plásticas, el emplazamiento de las mangueras de desfogue y los circuitos de lubricación del motor; todo ha sido puesto con orden y cuidado sin dejar piezas mal encajadas que vayan en detrimento de la apariencia de una máquina que sin lugar a dudas tiene en su look, como las súper modelos, el argumento principal para cautivar miradas y seducir seguidores.

Impecable resulta por ejemplo el tablero, que si bien no ofrece mayor información en el display, más allá de la velocidad, el odómetro total más dos parciales, un reloj y la hora, complementa su funcionalidad con el mosaico de testigos que enmarcan la pantalla y el cuenta revoluciones análogo. Empata pero no impacta el escape, similar en dimensiones y estilo al montado por la Ninja 300 y que sin llegar a desentonar con el aspecto de la Z, seguramente resultará algo generoso en dimensiones para los más amantes de las líneas minimalistas, propias de una máquina como esta.

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El precedente más cercano a la Z250, era/es la Ninja 250, máquina con la que comparte la planta motriz y que a punta de prestaciones se abrió un campo por sí sola en nuestro medio, teniendo como principal argumento su capacidad de moverse como pez en el agua a ritmos altos y con la aguja del tacómetro al tope del reloj, no exactamente la característica que más tenga en mente un usuario a la hora de buscar una moto que como la Z, además de una evidente tendencia deportiva, se ofrece además con la capacidad de rodar con soltura en el día a día de las atestadas calles de una ciudad.

En la ficha técnica el motor de ambas máquinas resultaría ser muy similar: un bicilíndrico paralelo de 249cc que entrega sus 32hp de potencia máxima a 11.000rpm y el torque máximo de 2.1Kgm a 10.000rpm y sin embargo la respuesta de la Z250 a bajas y medias revoluciones se siente mucho más llena que la de su pariente.

La Z sorprende en la ciudad por la suavidad con que responde a las exigencias del acelerador rodando a velocidades mundanas, propias de una urbe en la que alcanzar los 60km/h es un hito de velocidad. Está claro que por debajo de las 3.000rpm no hay motor ni respuesta ni nada, no importa el cambio en que se ruede. Sin embargo por encima de este régimen y hasta las 7.000/7.500rpm, el bicilíndrico responde bien, siendo un gusto rodar sin afanes entre los demás vehículos. Naturalmente la posición de conducción ayuda bastante a la hora de moverse en la ciudad, a medio camino entre la radicalidad propia de una moto netamente deportiva, y la comodidad de una urbana pura, la Z250 resulta cómoda aún en largos desplazamientos. En relación a la posición de la cadera el manubrio obliga a inclinar un poco el tronco hacia adelante sin recargar demasiado peso sobre las muñecas, las estriberas, por su ubicación, te hacen pensar en una moto deportiva, con las rodillas dobladas y la parte baja de las piernas tirada hacia atrás, pero en contraposición resulta ser un buen detalle el apoyo que brinda el depósito de combustible contra el cual resulta sencillo anclar las piernas para soliviar el peso del cuerpo y disminuir la fatiga en los desplazamientos.

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Que la Z250 resulte ser una belleza para ir de la casa al trabajo, ida y vuelta, cinco o seis días a la semana es un valor agregado, pero con esa apariencia y ese motor ya veo a más de uno imaginándose en pos de batir su record desde la casa hasta el centro comercial a las afueras de la ciudad. Porque cuando el espacio lo permite y la aguja del tacómetro pasa de las 7.000 hasta las 12.000rpm, la marcha adquiere la emoción que cabe esperar de una máquina con semejante apariencia. La condición para obtener lo mejor del bicilíndrico es simple: si vas a acelerar, hazlo duro y parejo, y mantenlo así. Para obtener la mejor respuesta del motor en cualquier situación vale más exprimir la parte alta del cuenta revoluciones en cada cambio que cerrar el acelerador contando con la capacidad de recuperación del motor.

La Z250 se siente a gusto rodando por encima de los 100km/h, el ajuste de las suspensiones permite apretar el acelerador con la seguridad de que ambas ruedas están bien pegadas al piso, la caja de seis velocidades tiene un desempeño destacable y preciso, el freno delantero con ese solo disco de 290mm responde efectivamente, es dosificable, suficientemente potente para detener a la Z y está muy bien asistido por el freno posterior con disco de 220mm. La trazada en las curvas es precisa, aunque hace falta acostumbrarse a la tendencia que tiene esta moto a sacudirse un poco al momento de iniciar la inclinación cuando se rueda a velocidades muy por encima del límite legal, este comportamiento ligeramente nervioso puede deberse en parte a la menor distancia entre ejes que tiene la Z (1400mm) comparada con la Ninja 300 (1405mm) su casi hermana, aunque no empaña la marcha de una moto que resulta extremadamente excitante de conducir sobre una carretera asfaltada, siempre acompañados con ese retumbar del bicilíndrico que sin ánimos de ponernos muy románticos, recuerda el gorjeo de una Versys.

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Hubo algunos, de quienes tuvieron la oportunidad de rodar acompañados en la Z250 durante un test drive realizado en el oriente antioqueño, que acostumbrados a asientos más mullidos y espaciosos, encontraron en el asiento para la/el acompañante, uno de los mayores desaciertos de esta moto. Sin embargo  durante la prueba que realizamos los comentarios que recibimos al respecto del confort para quien se monta atrás fueron positivos, naturalmente no cabe esperar el confort de una moto más enfocada al turismo, pero guardadas las proporciones hay que anotar que la Z250 es suficientemente amable con el segundo de a bordo, las rodillas del pasajero no quedan a la altura de los codos de quien conduce, como podría esperarse inicialmente y el mullido del asiento es suficiente como para dar reposo a las posaderas de nuestro acompañante de turno.

Estamos ante una máquina con argumentos suficientes como para abrirse un espacio propio en este, nuestro tropical y folclórico mercado colombiano en el que las motos de gama media han sido casi dejadas a un lado, obviando el proceso de crecimiento que dice que un buen motociclista debe arrancar con algo pequeño para ir escalando cilindradas a medida que incrementan su experiencia y su capacidad de manejo. La Z 250 es una máquina funcional y polivalente tanto en las calles como en las carreteras, hermosa y cautivante vista desde afuera, emocionante y racional una vez que la pruebas, digna representante de la saga a la que pertenece.

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