Piensan algunos que entre más grande mejor, esto transferido al mundo de las dos ruedas se traduce muchas veces en que entre más grande y potente sea la moto que lleve, más piloto soy y más rápido puedo ir. Sin embargo ya muchas veces y de muchas maneras se ha probado que esto no es del todo cierto: en ocasiones más pequeño y ágil es la combinación que gana.

El punto es el siguiente: en aras de querer ser más que los demás, muchos usuarios sin experiencia se van montando en la moto más grande y potente que les permite comprar su bolsillo (o el crédito del banco), mas no por ello son capaces de sacar el mejor provecho de la maravillosa máquina que han adquirido. Se van para un día de pista, en Laguna Seca por ejemplo, y en esas se aparece un fulano en una moto mucho más pequeña (una Ninja 250 en el caso de este video) y así no pase por delante en la línea de meta sí que le va dando sopa y seco a los que ruedan en máquinas de 1000cc y casi doscientos cien caballos de fuerza.

Ahora, antes de que salga alguien a decir que estamos atacando a las motos grandes (nada más lejos de la realidad) el tema aquí es evidenciar que en ocasiones el exceso de caballos y prestaciones no es más que eso, un exceso, que solo algunos, pilotos con experiencia y callo en la nalga son capaces de aprovechar, en tanto que motos más pequeñas pero de buen rendimiento suelen ser más sencillas de llevar al límite y por ende de llevar realmente rápido merced también a su capacidad de frenar más tarde y de abrir antes el acelerador que en definitiva son los rasgos que permiten tener un paso rápido por curva y, obviamente, ir más rápido.

Y si alguien va a alegar que estos no son pilotos profesionales porque de serlo habrían barrido a la Ninja, sí, es cierto, pero no por nada existe una razón por la cual los pilotos profesionales se dividen en categorías y corren contra rivales con un nivel similar y en motos de similares condiciones técnicas.