“Bobo careado mata la mama” así reza un refrán nacional que parece haber sido la frase que mejor describiera a quienes, en sus comienzos, hicieron parte del Dakar. Lo que en principio le pareció a la gran mayoría un sencillo y extremadamente soleado paseo por las dunas africanas, llegó a convertirse en el más exigente reto deportivo a motor, y como cada vez que alguien dice por ahí que algo es tan duro que solo unos pocos lo pueden alcanzar, entonces cada vez llegaron más inscritos al punto de partida en la capital francesa.
Entre 1979 y 1985 se vivieron lo que los puristas consideran los años míticos del Dakar, tiempos en los que quienes participaban lo hacían más con el corazón y las ganas que con recursos y profesionalización. Naturalmente la idea de muchos era ganar, pero el solo hecho de llegar a la meta dada la escasez de medios, la limitada comunicación, lo rudimentario de las máquinas que competían, la dificultad que imponía una navegación a punta de brújula, compás y mapa en algunos de los parajes más desolados del planeta y el riesgo muy grande de perecer en el camino (ya en 1979 falleció el primer participante), le dieron un aire dantesco a la prueba y un título, muy merecido por cierto, de héroes a todos aquellos que conseguían llegar al Lago Rosado.
A partir de 1986 se vio la llegada de cada vez más equipos profesionales, organizados directamente desde las casas fabricantes de motos, autos y camiones que vieron todas las ventajas que a nivel comercial podría tener el conquistar la victoria en esta difícil prueba que para ese entonces ya resonaba en los principales mercados del planeta.
Durante todos estos años se corrió la prueba partiendo en París y terminando en Dakar, pero sufriendo modificaciones a lo largo de su ruta, muchas veces condicionadas por temas de seguridad y de disputas políticas, frecuentes por aquellos tiempos en las naciones africanas. Con el paso de las ediciones cada vez se fue tomando más conciencia en aspectos como la seguridad de los participantes y la profesionalización de los equipos en aras de incrementar las opciones de obtener la victoria pero predominaba por encima de todo el sentido de aventura, al amor por enfrentar lo desconocido y las ganas de ponerse a prueba a sí mismos.
Estos fueron los ganadores en la categoría de las motos entre 1980 y 1989:
Motos Marca
1980 Cyril Neveau Yamaha
1981 Hubert Auriol BMW
1982 Cyril Neveau Honda
1983 Hubert Auriol BMW
1984 Gaston Rahier BMW
1985 Gaston Rahier BMW
1986 Cyril Neveau Honda
1987 Cyril Neveau Honda
1988 Edie Orioli Honda
1989 Gilles Lalay Honda
1986 fue el año que marcó la trágica pero inevitable consagración del Dakar como un evento deportivo inevitablemente ligado a la muerte. Ese año su creador y hasta entonces organizador, Thierry Sabine falleció en un accidente de helicóptero junto a otras cuatro personas durante un vuelo de reconocimiento. A partir de entonces su padre Gilbert y Patrick Verdoy se hicieron cargo de la prueba que si bien ya tenía fama de cobrarse la vida de varias personas (de 1979 a 1986 el Dakar se llevó la vida de 4 pilotos y 3 espectadores) quedo indeleblemente marcada por la tragedia, ganándose en el proceso la aversión de miles de personas que no entienden cómo hay seres humanos dispuestos a
enfrentar a la muerte cada día durante dos semanas.
1ra Parte – Los comienzos
3ra Parte – Década de los 90´s
4ta Parte – Tiempos Modernos