Este es un caso de esos que a algunos les parecerá cosa de héroes y a otras cosa de bestias: Rodar por una autopista de cinco carriles llena de tráfico a más de 200km/h intentando demostrar quién tiene las gónadas más grandes, lejos de ser ejemplo de audacia y velocidad es más bien una muestra de lo insensato que se puede llegar a ser cuando lo que prima es el orgullo sobre los sesos.