Que algún compañero de rodada se equivoque y termine fuera del camino suele ser común, pero que la moto termine ardiendo en llamas como una fogata nocturna es otra cosa bien distinta. Sucede en las películas y sucede también en la vida real. Para la próxima mejor no intentar apagarla con una botella de agua y sí más bien, intentar sofocar las primeras llamas para evitar tener que llamar luego a los servicios forestales.